domingo, 20 de febrero de 2011

BOULI LANNERS

Entrevista publicada en cinergie.be el 1 de Marzo del 2005
El hombre es de ésos cuya silueta, al borde de la pantalla, encarna en pocos planos personajes muy marcados, auténticas personalidades de cine que se han hecho cada vez más familiares en estos últimos años. Pintor, decorador, actor con una filmografía ya impresionante, hombre polifacético y estruendoso, y director soñador y discreto, Bouli Lanners habla de él sin dudarlo, la mirada limpia y el verbo claro.


En Bellas Artes, en Lieja, le piden que se haga más asiduo a las clases o que se vaya. Se va. Tiene 20 años y ya trabaja como decorador para la televisión belga francófona. Luego desembarca en el plató de los Snuls en 1989, el programa culto de Canal+ Bélgica en que, a fuerza de reír detrás de los decorados, acaba por cruzar el plató disfrazado con un tutú antes de escribir, actuar y adquirir una pequeña popularidad, porque mucha gente miraba el programa, y empieza a actuar en series para la televisión "Estaba atento a cómo se hacían las cosas, el corte, la sincronización... aprendía la profesión de director mientras me aburría en los platós de películas para la televisión" Después llegan numerosos cortometrajes, y muchos papeles segundarios en el cine. Con sus amigos Gérard Andrien y Stéphane Liberski, crea el festival de Kanne de Bélgica. "Así fue como empecé a hacer películas", en cada edición. En una chalana que navegaba de Kanne a Lieja y Bruselas, montan y proyectan películas de menos de 10 minutos, dirigidas por aficionados. "Partíamos del concepto de arte bruto, que en el cine puede dar cosas muy cómicas, totalmente fuera de lugar y a veces muy emocionantes." En pintura como en el cine, se identifica con el arte bruto. "No salgo de una Academia o de una escuela de cine. Soy una autodidacta y un autor bruto".
Bouli Lanners nació "en las tres fronteras" de Bélgica, Holanda y Alemania. Su padre trabajaba en las aduanas. Describe Bélgica como un espacio fantomático, "un país de tránsito, de paso, cada vez más, que sirve de almacén a las mercancías que le atraviesan". Quería rodar Ultranova en Scope "para trascender lo que puede haber de feo en estos sitios y hacer de ellos algo muy bello y muy triste". En su pueblo, no hay un verdadero acceso al cine, "Íbamos al cine cuando íbamos a visitar a mi abuela, pero la verdad es que descubrí el cine muy tarde". Sus primeras emociones cinematográficas le vienen de películas que Wenders hizo para la televisión, y que vio de casualidad en la televisión alemana. Y sobre todo de "un señor que pasaba con un proyector 16mm dos o tres veces por año" por su colegio y que un día se equivoca y en vez de otro episodio de la Septième Compagnie, proyecta Mon Oncle de Tati. "Todo el mundo está furioso, y yo me preguntaba ¿Pero qué es esto? Y me conmovió. Soñé con ello durante meses." También sueña con hacer cine, silenciosamente, desde hace tiempo: "No lo quería admitir, pero ahí estaba, inconsciente, oculto. Recuerdo que un año, me habían presentado a un tipo que había hecho un corto con pe-lí-cu-la! Un faraón, un dios vivo, en otras palabras!"
Con Ultranova, tiene la sensación de hacer su trabajo. Siente la misma calma en la escritura que al pintar, "dos procesos de grandes solitarios", que le vuelven "extremadamente receptivo." Si bien echa de menos el olor "del aceite de lino", lo ha ido dejando en los últimos años, a pesar de que pintaba desde la edad de 14 o 15 años. Pero en el cine, se inmiscuye en todo lo que le gusta: la narración, el juego, el plató... "Me encanta el plató!", repite. La gente, los camiones, los burdeles, los sitios extraños en los que uno no pararía normalmente... Describe la película como una pintura, en la que todo encontró su lugar por toques sucesivos. "Las dos primeras semanas del rodaje, aplicaba mi propio corte y era una mierda. Y luego, me solté. Quizá sería mi última película y no quería lamentar nada, o decirme luego que tenía que haber escuchado mis instintos." Vuelve a escribir el guión, inventa a personajes para actores que, al hilo de los encuentros, le "llegan": "no he intentado adaptar el actor a la escritura. Me parecía más enriquecedor hacerlo al revés. El personaje se hace más fuerte porque es más justo." En fin, abandona el miedo: "si me parecía bello, íbamos a fondo. No me baso en conceptos, sino en imágenes, en emociones. Como en la pintura."
En 1999, Travellinckx, su primer cortometraje, contaba la historia de un hombre que se fue a filmar los sitios que su padre, moribundo, amaba. Bouli no lo dice, pero es su historia. Dos años más tarde, dirige Muno, acerca de un acontecimiento racista en un pueblo, vuelta en los lugares de la infancia, otro drama de la relación o más bien de la ausencia de relación. "Me da miedo esa dilución de las relaciones humanas, y me da la sensación que nuestro mundo moderno se dirige hacia ello." Silenciosa, amplia y depurada, Ultranova hace flotar en una Bélgica lunar personajes con falta de amor, un pie en lo real y la cabeza en otra parte, al borde, ya, de una "sobredosis de vida de tonto". Una película de la que habría eliminado, justamente, todo realismo social, para quedarse con el efecto, esencial, "la gente y su miedo a vivir, el miedo a decir que se quiere." Algo recurrente en todas las familias, la suya incluida. A través de cada uno de sus personajes, Ultranova sigue siendo suavemente autobiográfica. Dice: "¡He vivido esa historia! ¡Tal cual! Todos hemos vivido historias así, de una amiga que se vuelve íntima y que, un día, te presenta a su nuevo novio y estás a-no-na-da-do!".



¿Si teme la salida de la pelicula? No, ya está contento de haberla dirigido y que Ultranova viaje. Lo que cuenta, es que se pueda ver en muchos sitios : "¡Estoy más a favor de la policultura extensiva que de la monocultura intensiva!" Tenía mucho proyectos, como siempre, pero era demasiado, al final. "Después de la salida de la película, tengo previsto aburrirme durante unos meses. Creo que es necesario pasar por esa fase. La verdad es que el verdadero lujo no es el dinero sino tener el tiempo de hacer las cosas, de digerirlas, de entender lo que ha pasado. Soy un ruminante." Pero luego, concluye con risas: "Me gusta mariposear. Nací en mayo, ¡soy muy primaveral!"
Anne Feuillère

Filmografía como director
Eldorado, 2008 (Bélgica)
Ultranova, 2005 (Bélgica)


1 comentario:

  1. Pues a mí me gustó bastante Ultranova. Me parece una historia bien contada (tal vez le sobre demasiado feismo o esa fotografía tan sepia) pero sin mayores pretensiones, me moló el personaje de Dimitri, tan Antoine-Doinel. Sin comparar con Truffaut (siempre perdería) es una historia triste, moderna y sobre todo (para mí) creíble.

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